Como ya sabréis los que me conocéis no soy mucho de
felicitar Navidades, aunque agradezco y les envío un abrazo a los que sí lo habéis
hecho inundándome whatsapp, FaceBook, e-mails y SMS de mensajes bienintencionados que
pasado reyes quedan enterrados junto con nuestros propósitos para el nuevo
año. Sé que no soy un ejemplo de socialización, no soy el típico
amigo que te está diciendo “estoy ahí”, seguramente tenéis razón: no estoy;
pero he procurado estar puntualmente cuando me lo habéis pedido
expresamente.
Así que no esperéis que
cambie mucho por felicitaros o no la Navidad, la cual me trae un poco sin
cuidado, por no decir que la detesto –que sería más sincero- y solo salvo por
la ilusión de los niños y porque da pie a que familias que llevan meses sin
reunirse vuelvan a hacerlo –aunque si no lo hacen “por algo será”-.
Lo que sí hago es desearos a todos sin excepción un año
nuevo como el que os gustaría imaginar, trabajo, dinero, amor, salud, justicia
y cariño. Ahora que empieza 2014 y tenemos todos muy buenas intenciones de
mejorar “esto” y “aquello” os invito a recordar ese principio tan poco
respetado de “si quieres cambiar un
resultado no hagas siempre lo mismo”.
Lo que sí hago es desearos a todos sin excepción que podáis
cerrar heridas abiertas, las vuestras y las que habéis podido provocar
vosotros, por la razón que sea, muchas veces simplemente por ignorancia – que lejos
de ser un insulto es simplemente "desconocimiento"-.
Lo que sí hago es desearos a todos sin excepción la
capacidad de tolerar los “inconvenientes” de los demás, y ya no es solo el
color, la raza, la cultura, la tendencia
política o sus preferencias de género a la hora de revolcarse en la cama; tolerar
a los demás pasa por reconocer tus límites, que es el primer paso para ampliarlos
y/o evitar que alguien sufra por ellos, muchas veces, tú mismo.
Lo que sí hago es desearos a todos sin excepción que os
quitéis las etiquetas que os han puesto toda vuestra vida, etiquetas que han
marcado vuestra existencia y os han obligado a vivir una vida que tal vez no es
la que hubierais diseñado. No os lo
reprocho, es más fácil vivir una vida siendo aquello que te han dicho que eres
que no buscar realmente quiénes sois.
Lo que sí hago es desearos a todos sin excepción que no os conforméis
con la información que os dan los de “arriba”.
Ellos os darán la información justa y necesaria, en muchas ocasiones
manipulada, para seguir siendo “los de arriba”; eso solo es posible si tú
sigues siendo “de los de abajo”. Ellos
inventaron una crisis para robarte tu dinero y encima hacerte sentir culpable. Sólo contra ellos te diría que no fueseis tan “tolerantes”. Están ahí porque tú quieres que estén. Ellos lo saben y se quieren proteger (con
leyes, con normas, con policías, con recortes, con amenazas…), para que vivas
con miedo y pongas las cabeza sumisamente
cuando te la quieran cortar, pero no lo dudes, tú eres más fuerte, sólo
necesitas recordarlo en todo momento. Eres más fuerte porque tienes tu fuerza y
la mía, y la de todos.
Lo que sí hago es desearos a todos sin excepción paciencia y
respeto con los niños; ellos os lo devolverán con el tiempo. Un grito o un “azote
a tiempo” te evitan un problema ahora pero no solucionan nada a largo plazo;
más bien generan problemas más profundos que les llevarán de mayores a repetir
patrones equivocados, a confundir miedo con respeto, a sentirse inferiores o
poco capaces, a esconderse, a vivir una vida que no es la suya.
Lo que sí hago es desearos a todos sin excepción paciencia y
respeto con los ancianos; ellos te lo devolverán con el tiempo aunque lo veas
imposible; tratar con respeto a un semejante, por difícil que sea, te hace a ti
más respetable; te vuelve un ejemplo y los que vayan detrás de ti te tratarán
como tú hayas tratado a los ancianos. Un anciano se ha ganado el derecho a
comportarse como un niño, pero tú no tienes el derecho de tratarlo como
tal. Sus decisiones, por absurdas que te
parezcan son totalmente respetables, y podrás negarte, en conciencia a
colaborar con esas decisiones, pero jamás desde la condescendencia, la ironía o
la falta de respeto. Piensa una cosa: todo el mundo recordará con cariño
aquella vez que el abuelo, por ejemplo, quiso regar sus tiestos en la casa del
pueblo y recorriste mil kilómetros para que pudiera hacerlo; era importante para él por muy absurdo, innecesario y engorroso que fuera. Costó tiempo y
dinero pero dejaste una herencia y un ejemplo a los tuyos que no cambiarán por todo el oro
del mundo.
Lo que sí hago es desearos a todos sin excepción que os
sintáis tan llenos de vivencias, de amor y de trabajo para el que os sintáis
importantes durante todo este año, para que en unos pocos años todos recordemos
la Navidad como lo que es: una arcaica tradición pseudo-católica financiada por las
grandes empresas con necesidad de hacer caja fácil; también como una herramienta de los gobiernos para crear una falsa sensación de felicidad, de estabilidad; la campaña de invierno del Vaticano (luego en primavera vendrá la Semana Santa y para el verano las fiestas de pueblo en honor a tal o cual santo).
Lo que sí hago es desearos todo esto a todos sin excepción,
y sobre todo a mí. Hasta para desear Feliz Año Nuevo soy egoista. ¿Feliz Vanidad?