jueves, 2 de enero de 2014

¿Feliz Vanidad? Mis deseos para este nuevo año.

Como ya sabréis los que me conocéis no soy mucho de felicitar Navidades, aunque agradezco y les envío un abrazo a los que sí lo habéis hecho inundándome whatsapp, FaceBook, e-mails y SMS de mensajes bienintencionados que pasado reyes quedan enterrados junto con nuestros propósitos para el nuevo año. Sé que no soy un ejemplo de socialización, no soy el típico amigo que te está diciendo “estoy ahí”, seguramente tenéis razón: no estoy; pero he procurado estar puntualmente cuando me lo habéis pedido expresamente. 

Así que no esperéis que cambie mucho por felicitaros o no la Navidad, la cual me trae un poco sin cuidado, por no decir que la detesto –que sería más sincero- y solo salvo por la ilusión de los niños y porque da pie a que familias que llevan meses sin reunirse vuelvan a hacerlo –aunque si no lo hacen “por algo será”-.

Lo que sí hago es desearos a todos sin excepción un año nuevo como el que os gustaría imaginar, trabajo, dinero, amor, salud, justicia y cariño. Ahora que empieza 2014 y tenemos todos muy buenas intenciones de mejorar “esto” y “aquello” os invito a recordar ese principio tan poco respetado de  “si quieres cambiar un resultado no hagas siempre lo mismo”.

Lo que sí hago es desearos a todos sin excepción que podáis cerrar heridas abiertas, las vuestras y las que habéis podido provocar vosotros, por la razón que sea, muchas veces simplemente por ignorancia – que lejos de ser un insulto es simplemente "desconocimiento"-.

Lo que sí hago es desearos a todos sin excepción la capacidad de tolerar los “inconvenientes” de los demás, y ya no es solo el color, la raza,  la cultura, la tendencia política o sus preferencias de género a la hora de revolcarse en la cama; tolerar a los demás pasa por reconocer tus límites, que es el primer paso para ampliarlos y/o evitar que alguien sufra por ellos, muchas veces, tú mismo.

Lo que sí hago es desearos a todos sin excepción que os quitéis las etiquetas que os han puesto toda vuestra vida, etiquetas que han marcado vuestra existencia y os han obligado a vivir una vida que tal vez no es la que hubierais diseñado.  No os lo reprocho, es más fácil vivir una vida siendo aquello que te han dicho que eres que no buscar realmente quiénes sois.

Lo que sí hago es desearos a todos sin excepción que no os conforméis con la información que os dan los de “arriba”.  Ellos os darán la información justa y necesaria, en muchas ocasiones manipulada, para seguir siendo “los de arriba”; eso solo es posible si tú sigues siendo “de los de abajo”.  Ellos inventaron una crisis para robarte tu dinero y encima hacerte sentir culpable.  Sólo contra ellos te diría que no fueseis tan “tolerantes”.  Están ahí porque tú quieres que estén.  Ellos lo saben y se quieren proteger (con leyes, con normas, con policías, con recortes, con amenazas…), para que vivas con miedo  y pongas las cabeza sumisamente cuando te la quieran cortar, pero no lo dudes, tú eres más fuerte, sólo necesitas recordarlo en todo momento. Eres más fuerte porque tienes tu fuerza y la mía, y la de todos.

Lo que sí hago es desearos a todos sin excepción paciencia y respeto con los niños; ellos os lo devolverán con el tiempo. Un grito o un “azote a tiempo” te evitan un problema ahora pero no solucionan nada a largo plazo; más bien generan problemas más profundos que les llevarán de mayores a repetir patrones equivocados, a confundir miedo con respeto, a sentirse inferiores o poco capaces, a esconderse, a vivir una vida que no es la suya.

Lo que sí hago es desearos a todos sin excepción paciencia y respeto con los ancianos; ellos te lo devolverán con el tiempo aunque lo veas imposible; tratar con respeto a un semejante, por difícil que sea, te hace a ti más respetable; te vuelve un ejemplo y los que vayan detrás de ti te tratarán como tú hayas tratado a los ancianos. Un anciano se ha ganado el derecho a comportarse como un niño, pero tú no tienes el derecho de tratarlo como tal.  Sus decisiones, por absurdas que te parezcan son totalmente respetables, y podrás negarte, en conciencia a colaborar con esas decisiones, pero jamás desde la condescendencia, la ironía o la falta de respeto. Piensa una cosa: todo el mundo recordará con cariño aquella vez que el abuelo, por ejemplo, quiso regar sus tiestos en la casa del pueblo y recorriste mil kilómetros para que pudiera hacerlo; era importante para él por muy absurdo, innecesario y engorroso que fuera. Costó tiempo y dinero pero dejaste una herencia y un ejemplo a los tuyos que no cambiarán por todo el oro del mundo.

Lo que sí hago es desearos a todos sin excepción que os sintáis tan llenos de vivencias, de amor y de trabajo para el que os sintáis importantes durante todo este año, para que en unos pocos años todos recordemos la Navidad como lo que es: una arcaica tradición pseudo-católica financiada por las grandes empresas con necesidad de hacer caja fácil; también como una herramienta de los gobiernos para crear una falsa sensación de felicidad, de estabilidad; la campaña de invierno del Vaticano (luego en primavera vendrá la Semana Santa y para el verano las fiestas de pueblo en honor a tal o cual santo).

Lo que sí hago es desearos todo esto a todos sin excepción, y sobre todo a mí. Hasta para desear Feliz Año Nuevo soy egoista. ¿Feliz Vanidad?

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