“97.000 piezas han sido tratadas por los tres vehículos en servicio sin
incidentes mayores. Sin embargo, teniendo
en cuenta las observaciones hechas hasta hoy, los siguientes cambios técnicos
se imponen:
-La carga normal de los camiones es generalmente de 9 a 10 piezas por metro
cuadrado. En los vehículos Saurer, que son muy voluminosos, la utilización
máxima del espacio no es posible. No a
causa de una sobrecarga eventual, sino porque un cargamento hasta la capacidad
máxima tendría repercusiones sobre la estabilidad del vehículo. Una disminución
del espacio de carga parece por lo tanto, necesaria. Sería indispensable
reducir ese espacio de un metro en lugar de tratar de resolver el problema,
como se ha hecho hasta ahora, disminuyendo el número de piezas por cargar lo
que acarrea la desventaja de un tiempo de funcionamiento más largo, pues el
espacio vacío también debe llenarse de óxido de carbono. En cambio, si se disminuye el espacio de
carga, cargando completamente el vehículo el tiempo de funcionamiento puede
reducirse considerablemente.
Los constructores de la máquina nos dijeron en una ocasión, que reducir la
parte trasera del camión acarrearía un desequilibrio indeseable. El tren
delantero, según ellos, estaría sobrecargado. Pero, en realidad, el equilibrio
se restablece involuntariamente por el hecho de que la mercancía cargada
muestra, durante el funcionamiento, una tendencia natural a acumularse en las
puertas traseras, y termina, al final de la operación, depositada sobre todo en
ese lugar. De esta manera, no se produce
ninguna sobrecarga en el tren delantero.”
Como segunda parte del juego os doy algunas pistas para que volváis a leer el
texto con otros ojos:
- Las instrucciones son enviadas desde Berlín, a 5 de junio de 1942.
- Las ciudades centroeuropeas omitidas son Kulmhof y Chelmno
- Sólo necesitáis sustituir “piezas” o “unidades” o “mercancía” por … “judíos,
gitanos, rusos, polacos, etc…”
Obviamente estamos hablando de los pasos que se efectuaron durante la Segunda
Guerra Mundial y que desembocaron
en el asesinato masivo de judíos y otros
colectivos en los campos de concentración y exterminio.
Antes de desarrollar el ZYKLON-B que permitiría el exterminio masivo en cámaras
de gas tal y como las conocemos hoy, en sus comienzos, el método usado era
modificar camiones para que los gases de escape sean reintroducidos en la caja
de carga. Se llamarán GASWAGEN.
Recogían varias docenas de presos que eran subidos a estos “camiones de la
muerte” y recorrían una distancia prudencial hasta asegurarse que todos habían
fallecido. El final del recorrido eran las fosas comunes o los hornos
crematorios.
Este fragmento de texto eran instrucciones para realizar pequeñas
modificaciones a los camiones tras haber efectuado pruebas. “Piezas, unidades,
mercancía cargada…” así llamaban los nazis a los presos que iban a ser
ejecutados de esta forma.
En estas “instrucciones” se explica que en los vehículos más voluminosos al no
poder usar todo el espacio “para mercancía” por un problema de estabilidad, lo
que debe hacerse no es reducir la carga, sino el espacio. Si se reduce la
carga, al existir más espacio y con ello oxígeno, tardan más en morir con lo
que se desaprovecha el tiempo y los recursos. Tan crudo como eso. También
explica que pese a la gran cantidad de carga, el tren delantero no se verá
afectado ya que tienen la experiencia de que los fallecidos se agolpan en la
parte trasera más cerca de las puertas del camión.
Unas segundas instrucciones que aparecen en el mismo escrito indican que ha de
protegerse la iluminación, ya que las bombillas sufren bastante deterioro
debida a los traqueteos, ya que es necesaria en un primer momento, para evitar el pánico y
con ello cueste cerrar las puertas, y para evitar los gritos; pero sólo en los
primeros instantes, después la iluminación ya es innecesaria. También menciona
que durante el “funcionamiento” y especialmente para el vaciado y limpieza de “la
carga” es necesario que existan unos sumideros con sifón, de unas medidas
determinadas, en el suelo del camión para evacuar fácilmente los fluidos que
emanan de los cuerpos.
Este texto lo he extraído del documental “Shoah” de Claude Lanzmann, estrenado
en 1985, que recopila durante cerca de 10 horas de proyección los testimonios en primera persona de expertos historiadores, víctimas
supervivientes, verdugos y testigos del holocausto judío. Un documental necesario, sin música ambiental
que aporte dramatismo extra, sin imágenes de archivo que pretendan escandalizarnos y sin voz “en off” que pueda “contarnos
una historia” manipulando nuestras percepciones. Sólo las palabras de los
entrevistados, sus expresiones al recordar –o no querer hacerlo- acompañadas de
imágenes en el momento presente de las vidas cotidianas de los entrevistados, y
sobre todo, de los lugares, en la actualidad, que en otros tiempos fueron testigos mudos de
la atrocidad y la pérdida de Humanidad.
El documental es horror y poesía en su grado más puro. Es un documental
desnudo, sin dramatismos ni edulcoramiento. Es necesario para entender el mundo
que vivimos. Son 10 horas que se hacen cortas porque esa sinfonía de
testimonios te descubren que en realidad, por muchas películas y muchos libros
que hayamos leído sobre el tema, e incluso visitado personalmente los lugares
que protagonizaron el horror, como he hecho en mi caso, en realidad, no sabemos nada.
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