Si hay algo que nos gusta a los seres humanos es provocar y
que nos provoquen. Provocar nos coloca en una situación de poder, de
superioridad, conseguir que otros se vean afectados por un pensamiento, una
frase o una acción; pero también nos gusta que nos provoquen, hasta el punto de
someternos, indignarnos, y en algunos casos rebelarnos violentamente contra el
abuso de poder que ejerce el que nos provoca. Nada hay más placentero para el
provocador que sentir la indignación del provocado, y nada complace más al
provocado que tener una excusa para enfrentarse e incluso agredir al provocador.
La provocación entra de lleno en ese estofado o macedonia
llamado “Libertad de Expresión” y se hace complejo delimitar la frontera –si ha
de existir- entre esa libertad y el respeto a las opiniones y creencias ajenas.
La cuestión es que no es lo mismo “libertad de opinión” que “libertad
de expresión”. Que uno exprese sus ideas y opiniones como considere oportuno, a
mi juicio no debería estar enfrentado al derecho a que se respeten las otras
opiniones y creencias.
Todo esto viene a colación por el tema de los crímenes de
París por parte de radicales islamistas que masacraron a trabajadores del semanario satírico Charlie Hebdo al haber
publicado unas viñetas humorísticas con la imagen de Mahoma.
Mi posición es clara: me parece una aberración que unos
líderes religiosos se aprovechen de la fe y la ignorancia de algunos de sus
adeptos para conseguir aumentar parcelas de poder, especialmente gracias al miedo.
Dentro del mismo Islam, la gran mayoría de fieles rechazan estos
comportamientos radicales y extremistas que malinterpretan los preceptos del
Corán. Pero aquí en España hubo durante
décadas extremistas radicales católicos que no dudaron en aliarse al poder del
dictador para conservar sus privilegios y aumentarlos si cabe. No se inmolaron, no empuñaron la pistola,
pero daban nombres, consignas, direcciones… Y no nos remontamos tan atrás; aún
hoy en día esos radicales católicos y su poder “divino” presionan a los gobernantes
a mantener o crear leyes que coartan las libertades, de culto, de expresión, e
incluso la libertad de decidir sobre el propio cuerpo.
No justifico a los terroristas, no justifico a los asesinos, sólo que ellos únicamente
son las piezas que aprietan el gatillo.
Otros dan las órdenes.
Ver un “salto de la reja” en la Romería del Rocío tiene visualmente
pocas diferencias con muchas imágenes de exaltados en manifestaciones
islamistas. No les juzgo. Para ellos esa devoción fanática es el último recurso
a la miseria, y si por ser los primeros en acercarse a la Virgen se ganan antes
el cielo, ya lo que les quede por vivir aquí no importa. Ese es el principio yihadista. La promesa de
la felicidad y el paraíso tras esta vida hace que no les importe comportarse
como bestias, como animales salvajes –ni siquiera los animales salvajes matan
por creencias-.
N o hay gran diferencia con los islamistas radicales. |
Pero me parece también como mínimo de mal gusto que
amparándose en una malinterpretada Libertad de Expresión pueda alguien
ridiculizar una creencia u opinión y faltar al respeto a un semejante, más
teniendo en cuenta que para algunos de estos semejantes la religión se ha
convertido en su única esperanza de aliviar la injusticia, el sufrimiento y la falta de recursos de unos pueblos sometidos a
tiranías económicas y sociales, en el caso de Palestina incluso se les ha
expulsado de sus casas y de sus tierras, los gobernantes corruptos enriquecidos
por aquellos que dicen combatir, en
coalición con los líderes religiosos les programan para ser sumisos a esos regímenes
dictatoriales.
No, no creo que los colaboradores de Charlie Hebdo “se lo
hayan buscado”. Pero no estaría de más que
revisaran sus principios de “Libertad de Expresión” asociados al “todo vale”,
porque ni siquiera para ellos “todo vale”.
Hace pocos años Siné, un caricaturista y dibujante francés, publicó un texto
irónico sobre Jean Sarkozy, hijo del conocido mandatario Nicolas Sarkozy,
asociándolo al judaísmo, le llevó a ser despedido del semanario donde trabajaba
por antisemitismo. Lo hizo probablemente por provocar, como años antes
había hecho en una jornada que acabó con unos excesos etílicos en los que se
excedió con su provocación antisemita.
El semanario que no aceptó una sátira contra el judaísmo y le despidió fue el mismo que aplicó otra vara de medir cuando la sátira era contra el Islam: Charlie Hebdo.
Enlace a wiki sobre Semanario Siné Hebdo, creado por el dibujante tras haber sido despedido de Charlie Hebdo
El semanario que no aceptó una sátira contra el judaísmo y le despidió fue el mismo que aplicó otra vara de medir cuando la sátira era contra el Islam: Charlie Hebdo.
Enlace a wiki sobre Semanario Siné Hebdo, creado por el dibujante tras haber sido despedido de Charlie Hebdo
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